NO DIGAS NADA, POR FAVOR: "A comienzos del 2014 un equipo ciclista profesional chileno, PinoRoad, iba a debutar en categoría profesional. Con varios corredores y el grueso del equipo técnico españoles, afrontaban el reto de disputar el calendario europeo, además de las principales pruebas latinoamericanas. Una vez inscritos en la UCI, marcharon a Chile para la primera concentración del equipo y cuando volvieron ya no había equipo. La historia de un equipo "fantasma" contada desde dentro" (Prólogo del artículo)
FRAN REYES
Leyendo tu historia, a veces es difícil no soltar
una carcajada por lo surrealista que fue, ¿cómo lo ves ahora desde la
distancia?
Lo veo como la mayor de las muchas frikadas que he vivido en mi vida, amén
del reto más ilusionante y emocionante que he afrontado jamás. Aunque
hubo muchos momentos entrañables, lo cierto es que el telón de fondo
era trágico. La gran aportación de PinoRoad a mi vida ha sido hacer
más grande mi capacidad de frustrarme y de ser optimista. Cada
vez que me ocurre algo malo, que me veo apretado a final de mes, que
me siento frágil o directamente roto, pienso: “Peor estaba cuando
aquello de Chile”. Y de inmediato se me dibuja una sonrisa en la
cara.
¿Qué tienen los estafadores que caen medianamente bien (al menos en la
ficción) y es el estafado el que termina apareciendo como el “tonto”?
Lo que distinguía a El Chileno es que, pese a engañarnos, nos trató con
respeto y afecto; y, sobre todo, siempre dio la cara. Por ejemplo, la
última reunión que tuvimos con él fue tensísima. Los siete españoles
de PinoRoad le estábamos cantando las cuarenta con cierta agresividad. Sin
embargo, él nos esperó sentado en el pasillo del hotel antes de la
reunión; aguantó cual Don Tancredo durante; y nos compró los billetes
de regreso a España después.
Un punto extra sobre El Chileno como estafador es que, para según que
cosas, su desfachatez era cómica y admirable. Se necesita
una habilidad especial para torear a tanta gente durante tanto
tiempo, y una falta de escrúpulos realmente singular para armar lo
que armó con PinoRoad. Posteriormente, el suceso de la panificadora
fue el remate perfecto para terminar de definirlo en tanto que
personaje de tebeo.
Respecto a los estafados quedando como “tontos”: la realidad es que lo
fuimos. Sea por ilusión, por ingenuidad o por desesperación,
caímos en una trampa que muchos habían visto venir. Llegados a ese
punto, lo mejor que podíamos hacernos es reírnos de la situación y de
nosotros mismos.
¿Sigue siendo para ti una fantasía salvaje formar parte de un equipo
ciclista?
Cuando era pequeño tenía dos sueños profesionales factibles. Uno era ser
periodista de ciclismo, y tengo la inmensa suerte de haberlo
hecho realidad muy pronto y estar viviéndolo. Me queda pendiente
otro, que es convertirme en un escritor de verdad, en el cual
debería trabajar más.
Y luego está el sueño que veía irrealizable, que es el equipo ciclista.
Por lo pronto gocé de una experiencia valiosísimas en Geox-TMC y ahora
disfruto trabajando en el Equipo Lizarte, que está dejando una huella
muy profunda en mí porque tiene una filosofía y unos valores que
comparto plenamente y espero mantener para siempre. En el futuro
me encantaría saltar al pelotón profesional, y el escenario
perfecto sería hacerlo de la mano de las personas que forman el
Equipo Lizarte.
Lo que venga estará bien. Los caminos del Señor son inescrutables y nos
llevan donde tenemos que estar.
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