El día antes de viajar a Francia para competir, Fabricio
Ferrari me regala algo de su tiempo. Se acerca la hora en que habíamos quedado
pero me avisa de que se retrasará un poco. Una vez que nos saludamos me comenta
que después del entrenamiento y el masaje ha tenido que ir a la estación de
tren en busca de Miguel Ángel Benito, por eso el retraso. El ciclista uruguayo se
muestra amable y cercano desde el primer momento. Todos los ciclistas profesionales
han realizado un duro trabajo para llegar a la máxima categoría. Siempre es
difícil llegar a profesionales, pero más aún si lo haces lejos de casa y de la
familia. Fabricio lo hizo así, y en esta entrevista conoceremos un poco mejor su
historia.
¿Cómo es el ciclismo en Uruguay?
Hay bastante afición al ciclismo. La gente siempre ha vivido
mucho el ciclismo, no sé si porque fuimos colonias de países europeos, como
España e Italia. Pero el ciclismo siempre ha estado arraigado en la cultura. Estos
últimos años se ha notado sobre todo en cicloturismo. Todos los fines de semana
hay competiciones y es típico escuchar las carreras en la radio. Justo ahora en
Semana Santa hay dos carreras importantes que se siguen mucho por televisión,
Rutas de América y la Vuelta a Uruguay. Las retransmite la radio en directo
todos los días. Cuando pasa por un pueblo, la gente sale a verlo porque está
informada. Hubo una época en la que el ciclismo fue el segundo deporte
nacional, aunque ahora mismo debe estar el tercero por detrás del fútbol y el
balonmano. En España depende de la zona. Por ejemplo, aquí en la zona vasca la
verdad es que la afición es muy grande, pero es que los vascos apoyan mucho no
solo el ciclismo sino todos los deportes, como la pelota vasco, el remo, etc.
Es una cultura muy deportiva, polideportiva por decirlo de alguna manera. Cuando
hay carrera, la afición vasca se vuelca mucho.
¿Cómo surge la oportunidad de venir a España?
En Uruguay corría con un chico que ya había estado corriendo
en España. Estuvo en el Telco’m si no me equivoco. A través de este chico
contacté con Héctor Rondán, que vivía en España, para ver si me podía encontrar
algún equipo. Héctor era director, es uruguayo también y actualmente lleva el
Reyno Navarra de pista y un equipo de féminas. Finalmente salió el Azysa que lo
llevaba Luis Vicente Otín. La idea era venir un par de meses. Si iba bien me
quedaba y si no para casa. Preparé la maleta y de esto hace ya once años.
¿Dudaste en la decisión?
Tenía la idea en la cabeza, tenía ilusión, tenía veinte
años, no pensaba ni en consecuencias ni en nada malo, para mí era un sueño. Vine
con mi maleta y poco más. En el bolsillo no llevaba más de 500 euros. Me daban
casa y comida. Desde el primer día encantado y ya empecé a disfrutar.
Tú viniste a España pero, ¿cuál es la opción más normal para
un ciclista uruguayo?
Normalmente el que destaca en Uruguay se le idolatra y muere
allí. Les cuesta un poco salir del país y alejarse de la familia. No es una
decisión fácil. Algunos salen a correr a Brasil o a Argentina, pero estamos un
poco mezclados con estos países. Tanto los argentinos o los brasileros vienen a
Uruguay, como al revés. Quizás Brasil está mejor en cuanto a equipos. A nivel
económico el ciclismo en Uruguay no está bien. Pero nosotros estamos mejor en
calendario. El calendario en Uruguay empieza en octubre y acaba en marzo. Hay carreras
cada fin de semana. En verano (diciembre) llegan carreras de dos o tres días, y
se termina el año con esas dos grandes vueltas (Rutas de Américas y Vuelta a
Uruguay). Una de 5 días y la otra de 10 días.
¿Dónde te asentaste al llegar a España?
El Azysa tenía una base conjunta en Lesaca con el
desaparecido Atom, un equipo continental que salió en esa época y duro una sola
temporada. Fue la primera ciudad donde estuve alojado. Luego cogieron un piso
para nosotros en Bera de Bidasoa, prácticamente al lado. Después me fui a vivir
a Lezo y de allí, con el Caja Rural, a Alsasua. Me he estado moviendo siempre
en pueblos del país vasco. Dependiendo de donde estuviera la base del equipo
allí estaba yo.
¿Cómo vive todo esto un chaval de 20 años?
El primer año no lo notas. Vienes con mucha ilusión, es todo
nuevo, ves otro ciclismo y conoces otro país. Se te pasa el tiempo muy rápido.
Intentas aprovechar y esforzarte para conseguir el objetivo con el que habías
venido, llegar a profesionales. El segundo año te cuesta un poquito más dejar a
la familia otra vez. Ya sabes lo que vas a ver y te da un poco de pereza.
Extrañas un poco más. Me esforcé en amateur para llegar a la primera categoría y
gracias a Dios me he mantenido un tiempo. Ahora ha pasado tanto tiempo que prácticamente
me siento uno más del país.
¿Han cambiado mucho las características del Fabricio de
Uruguay al Fabricio de España?
Ha cambiado bastante. En Uruguay era un corredor muy joven. No
se podía decir que fuera escalador porque no hay puertos. Allí no hay
escaladores. Era un corredor rápido en grupos reducidos y las cronos me salían
bien. Al llegar en amateur a España me tuve que esforzar un poco más porque
para definir las carreras tienes que subir si o si. Empecé a perder peso y perdí
también la velocidad. Aunque me permitía llegar y ganar la carrera en grupos
reducidos al ser un poco más rápido que el resto y poder subir los puertos. Eso
fue lo que me permitió tener victorias en amateur y llegar a categoría
profesional. Pero al llegar a profesionales, donde hay especialistas, tu fuerte
lo has perdido. Todo se complica un poco más.
¿Esta transformación la has realizado solo o ha habido
alguien detrás dándote las pautas?
Los primeros años en Uruguay tenía gente que me orientaban.
Eran ciclistas de allí que habían corrido fuera y tenían experiencia. Al llegar
a España me preparaba yo mismo a base de horas de bicicleta y competición. Así me
ponía en forma. Cuando entré en el Caja Rural empecé a trabajar con Giuliano
Peruzzi, el médico-preparador del equipo. Antes de que entrar en el equipo ya
había estado trabajando con él y hasta el día de hoy sigo con él.
¿Cómo viviste el
hecho de ser el primer extranjero en ganar el Trofeo Euskaldun?
Fue un logro muy importante ya que el primer año nadie daba
nada por mí. En Uruguay existe el fantasma de que el corredor uruguayo no se
puede adaptar a las rutas europeas. Al final vine, me adapté y obtuve el logro,
lo que permite demostrar la calidad y dejarse ver. Un logro así te fortalece y
te hace sentir ganas de seguir trabajando. Además, te das cuenta de que no era
verdad lo que la gente decía en mi país, sino que te puedes adaptar e intentar
aspirar a la categoría profesional.
En 2010 pasas a profesionales y en apenas dos meses de
competición haces un cuarto puesto en el Gran Premio de Llodio llegando a meta
en un grupo de cinco y cuyo ganador fue Ángel Vicioso. ¿Qué sensaciones
tuviste?
En esa carrera había bastante nivel. Las primeras carreras
me costaron muchísimo. Me acuerdo que debuté en Andalucía y no llegaba con
buena preparación. Lo veía todo muy negro. Era mi primer año de profesional y no
empecé con una buena preparación como lo he hecho en estos últimos años. Llegué
y me di contra la pared. No podía seguir el ritmo. No había hecho concentración
de invierno ni nada. Fue pasando el tiempo, corrí alguna otra carrera y en
Llodio, tras un corte casi al final de carrera, me vi en una buena oportunidad y
pude conseguir un buen puesto. Algo así te ilusiona y te hace sentir con
oportunidades. Pero bueno, ya llevo muchos años y sabemos que en profesionales
es muy difícil. Soy regular, he hecho puestos entre los diez primeros, pero me
ha faltado un pelín más para ganar.
¿Cómo ha sido para ti defender la bandera de Uruguay en unos
campeonatos del mundo?
He corrido dos veces. La primera en Mendrisio (Suiza) en
2009 y en Valkenburg (Países Bajos) en 2012. El primero fue el que más me
impactó. Estuve allí antes de pasar a profesionales. Algún corredor puntuaría
en el AmericaTour, había una plaza y me la otorgaron. Es una carrera muy larga.
En ese momento yo era amateur, estaba corriendo carreras de 120-140 kilómetros,
acabé la temporada, seguí entrenando y me fui a la aventura con toda la ilusión
del mundo. Uruguay no mandó ni mecánico, ni auxiliar, ni a nadie, fui
prácticamente solo pero tuve el apoyo del equipo. Algún compañero de amateur
como Josemi Fernández, actual director deportivo de Caja Rural, fue a ver el
mundial y a ayudarme. Entre unos y otros fuimos un poco a la aventura teniendo
en cuenta la importancia que tiene esa carrera. Aunque con 24 años, en amateur,
verte rodeado de tanto fenómeno hacía que te diera igual la manera en la que
ibas. Solo estar allí te hace feliz.
En 2013 corriste la Vuelta a España, ¿qué tal te encontraste
en una vuelta de tres semanas?
Es muy duro. Correr tres semanas me parece demasiado. La
primera semana la pasas bien, la segunda aún mantienes fuerzas, pero la última
se va demasiado rápido. Uno empieza a perder fuerzas y cada día te subes a la
bici para apretar los dientes y no quedarte. Esperando el momento en que se
haga la grupeta para poder acabar la carrera. Hay días en los que vas mejor y
días en los que vas peor, pero la última semana se sufre muchísimo. Además, hay
gente que ha perdido las opciones para la general y busca etapas. Esto hace que
se vaya muy rápido y sea un infierno. Te queda la sensación de que como se
corre en esa última semana no se corre en otra carrera de categoría
profesional.
¿La corres este año?
Todavía no sé si correré este año. Lo sabremos a falta de un
mes o mes y medio. Si bien es cierto que hay gente que tiene su puesto fijo, los
demás nos lo tenemos que ganar. Yo siempre digo lo mismo, si me toca ir,
contento, y si no me toca, también bien. En mi caso, pudiendo correr en bicicleta
no importa donde sea, no deja de ser ciclismo. Es verdad que la Vuelta tiene
más repercusión, pero haces lo que te gusta donde sea, aunque no lo vea nadie.
El año pasado hiciste más pruebas en el extranjero que en
España, ¿te gusta un calendario de ese tipo en el que siempre estás con la
maleta a cuestas?
Sí, me gusta mucho cambiar de sitio, de cultura, ver otros
paisajes, otro ciclismo, ciclistas diferentes. En Francia hago mucho calendario
y salir de ahí me motiva. Me gustó como se corre en EEUU. Estuve en China hace
años y me gustó. Volvería a ir. El ciclismo en Bélgica y Holanda es una locura
para lo que estamos acostumbrados. Hay que estar allí para saber lo que es. Te
quedan experiencias bonitas.
A quien le guste el fútbol habrá visto a Luis Suárez viajar
con el F.C.Barcelona siempre pegado a su mate, ¿tú también viajas con el mate
teniendo en cuenta que la yerba de mate más famosa de Uruguay es la yerba
Canarias?
Yo no tomo mate. En Uruguay si lo hago como una excusa para estar
con los amigos. Es como tomarse un café o una caña aquí. Tomar mate solo me da
nostalgia así que no tomo en España. En Uruguay todo el mundo va con el mate
debajo del brazo. El que está acostumbrado lo lleva 24 horas al día.
Eres uno de los ciclistas en tu país que más notoriedad ha
conseguido sin haber ganado la Vuelta a Uruguay, ¿te gustaría tenerla en tu
palmarés al igual que la Rutas de América?
Me gustaría. La gente que no está demasiado metida en el
ciclismo conoce más a un ciclista que gana la Vuelta a Uruguay o la Ruta que a mí,
a pesar de ser profesional en Europa. Pero es normal. Yo me vine con 20 años,
apenas corrí unas Rutas y una Vuelta. Hice noveno o decimo en una Ruta y en la Vuelta
gané una etapa. Después me viene a España. No tuve la oportunidad de luchar por
una de esas. Siempre habrá tiempo de volver a la tierra de uno y luchar por ellas.
No será tarea fácil porque allí hay corredores muy buenos.
David Arroyo, Sergio Pardilla y tú sois los más “viejos” del
equipo, ¿cómo ha cambiado tu rol dentro del equipo al ser ahora de los
veteranos?
No ha cambiado mucho. Siempre me ha tocado trabajar para los
demás. Igual ahora me toca trabajar un poco menos y se les deja a los jóvenes
por delante para que vayan aprendiendo. En lo que puedo les aconsejo. Al final
los años te dan experiencia y lo poco que he aprendido lo vuelco sin ningún
problema.
¿Qué compañeros echas especialmente de menos en el equipo de
los que ya no están?
Se echa en falta mucha gente. Por el Caja Rural pasan muchos
corredores, gente muy humilde que vale la pena como Antonio Piedra o Marcos
García. En el caso de Antonio estoy encantado de que le hayan dado la oportunidad
de volver al ciclismo. Espero que esto sea una ocasión para que pueda saltar a
otro equipo mejor. Antonio es una persona increíble, es un corredorazo que nunca
se tendría que haber ido del ciclismo. Él y su familia son muy humildes.
Estoy en el Caja Rural desde sus comienzos en profesionales
y han quedado muchísimas amistades. El panameño Yelko Gomez vivía prácticamente
conmigo...me olvido de mucha gente.
¿De qué ciclista has aprendido más?
La figura del maestro no la he tenido. Alguien cercano que
me aconseje en todo momento y que esté ahí lo he echado en falta. Me hubiera
gustado tener a alguien así, pero la culpa la he tenido yo por no haber estado
nunca en un sitio fijo sino moviéndome de un lugar a otro. Aún así vas aprendiendo
de toda la gente que va pasando por el equipo. Podría nombrar a algunos como Luis
León Sánchez, Cardoso que aportaba muchísimo al equipo, Pimienta en su momento…
gente que venían de equipos ProTour y que te enseñaban, Txurruca…mucha gente. Vas
cogiendo un poquito de cada uno. No solo se aprende de gente mayor, también se
aprende mucho de los jóvenes que traen cosas nuevas y buenas.
¿Qué es y qué ha sido para ti el Team Caja Rural – Seguros RGA?
El equipo es como una familia. Conozco todos los integrantes
del equipo. Desde Eugenio Goikoetxea, Juanma Hernández o Florentino Esquisabel
hasta los que veo en el día a día. Se ha formado una selección de gente que se
ha ido quedando aquí, desde amateur, y nos conocemos todos. Como una pequeña
familia. Caja Rural es lo que tengo aquí, las amistades las tengo dentro del
equipo. Algunas se han ido quedando por el camino. Vine a España por la bici y
toda la gente que he conocido ha sido a través del ciclismo. Los integrantes
del staff del equipo son gente que desde que llegué han estado ahí. Desde el manager,
a los que llevan la prensa, pasando por los mecánicos, directores y todos los
demás.
Tu padre (Diver Ferrari), tu pareja (Anna Pujol) y tu cuñado
(Oscar Pujol) están relacionados con el ciclismo, ¿te gusta que el ciclismo
impregne toda tu vida o llega a ser difícil desconectar?
Me gusta. Al final es lo que me gusta. Yo nací entre ruedas,
mi padre fue ciclista y director. Me encantaba ir a las carreras. Lo llevas en
la sangre. Algún día me tendré que alejar del ciclismo como corredor
profesional pero no me alejaré del ciclismo. Me gusta estar rodeado de él. Es
algo que no me cansa. Sé cuando tengo que despejarme. Siempre puedo irme de
vacaciones y descansar de la bicicleta.
¿Te plantearías volver a emigrar llegado el caso como tantos
otros corredores?
La verdad es que lo he pensado, pero es algo que me da mucha
pereza. Si tengo que emigrar manteniendo residencia aquí, yendo y viniendo, sí.
Pero no lo haría como lo hice con 20 años. Dejar tu casa para irte y estar
solo…la soledad al final pasa factura y hay momentos jodidos. Creo que no lo
haría, pero nunca se puede decir que no. Si en un momento dado tienes la
necesidad y eso te brinda la oportunidad de tener una vida mejor pues mira...si
me soluciona cosas lo volvería a hacer, pero no es algo que me haga ilusión.
¿Cómo te gustaría que fuese tu primera victoria como
profesional?
Llegar solo. Poder disfrutarlo. Tener al menos 100 metros
para disfrutarlo. Una victoria sería un sueño cumplido y me iría realizado de
este deporte pero es muy difícil. Nunca se pierden las esperanzas y ojala
llegue pronto.
Al despedirnos le deseo suerte en sus próximos objetivos.
Después de Francia irá al Gran Premio Miguel Indurain y la Vuelta al País
Vasco. Lleva 20 días sin competir, quizás le falte el ritmo que puede coger en
tierras francesas, al menos estará descansado. Lo que es seguro es que seguirá
trabajando por conseguir éxitos para el Caja Rural – Seguros RGA, su familia.
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