miércoles, 14 de marzo de 2018

Fran Reyes, El Afilador 2

CARLOS VILLALBA GALÁN

Libros de Ruta vuelve a ofrecernos una recopilación de textos sobre ciclismo. El Afilador, en su segundo volumen, cuenta con siete autores. Uno de ellos es el periodista Fran Reyes. Si en la primera edición nos deleitó con la narración de su periplo con PinoRoad, en esta ocasión, aborda el dopaje desde un punto de vista diferente al usual con su "Bombero". Título llamativo para una cruda realidad que ha ensombrecido este deporte. Pero lejos de ahondar en la herida, Fran parece querer marcar un punto y seguido con esta historia. Ciclismo Sobre Letras no ha perdido la ocasión de contactar con él para conocer mejor el porqué de "Bombero".



El protagonista de la historia decía aburrirse hablando de dopaje, ¿qué te ha hecho a ti escribir sobre este asunto?

Me apetecía dejar escrita una historia cualquiera que reflejara la oscuridad del ciclismo de la época del dopaje rampante ahora que ésta ya ha terminado. Comparar las historias que me han contado de aquella época con las que vivo dentro del Equipo Lizarte o las que observo como periodista es alentador. Tengo la impresión de que ahora vivimos un ciclismo puro, particularmente en las categorías de formación. Ésa es una segunda razón para escribir esta historia: contar a las nuevas generaciones de ciclistas cómo fue este deporte y por qué tienen que evitar en lo posible caer en las mismas prácticas que jodieron tanto al circo como a los payasos y a los acróbatas.

¿Por qué has decido hablar sobre dopaje usando la ficción?

Era la manera de poder integrar las historias que me han contado los amigos y conocidos que han colaborado para conformar el texto. Hablar ‘onthe record’ sobre dopaje es todavía incómodo para quienes lo han vivido; hacerlo en un clima de confianza y bajo la condición del anonimato es mucho más sencillo. Por otra parte, me apetecía contar la dimensión personal del dopaje. Normalmente nos centramos en la competitiva (“me dopo para andar más”), en la laboral (“me dopo para tener contrato el año que viene”) o en la interpares (“me dopo porque todos lo hacen”). Yo quería contar la historia completa desde los ojos de ese deportista que no sólo es competidor, currante o coequipier, sino también persona, novio o hijo. Doparse es mucho más que una elección deportiva o ética: también es un riesgo para la salud física y mental a corto, medio y largo plazo.



¿Cuánto hay de autobiográfico en Bombero?

Prácticamente nada. Yo nunca he competido como ciclista: de hecho, no tuve bici de carretera hasta los 20 años. Sí que me he relacionado muchísimo con personas que lo han hecho, pero eso no deja ser experiencia de segunda mano por muy sincera que sea. Lo único moderadamente autobiográfico es la parte romántica.

¿Te has documentado con conocidos para escribir este texto?

Sí, y de mil maneras: entrevistas, conversaciones en confianza, conversaciones etílicas, salidas en bicicleta… Habré utilizado historias e informaciones de unas quince fuentes distintas para este texto.

Siguiendo tus palabras, ¿hasta cuándo seguirán ganando los malos?

Aunque mi personaje hable de “malos”, yo pienso que, en la vida en general y el dopaje en particular, no hay blancos y negros, santos y pecadores, malos y buenos. El dopaje no es un pecado original con el que nazcan todos los deportistas, ni un sambenito con el que se invistan el primer día que compiten. Se puede ser deportista de éxito sin doparse. La decisión de tomar productos prohibidos puede ser individual o incluso inconsciente, pero normalmente viene inspirada por sugerencias o presiones ajenas, ya sea explícitas o implícitas. Cómo de responsable es el individuo de sus actos cuando el entorno le empuja a realizarlos es un debate mucho más largo.
Lo más parecido a “malos” que existe en el asunto del dopaje en el ciclismo son los dueños de equipos y los mánager, directores, preparadores y médicos que alientan que un corredor incurra en dopaje, se benefician de que el corredor vaya dopado y abandonan al corredor a su suerte cuando se descubre su dopaje. Por desgracia hay muchísimos casos de este tipo; por suerte, el tiempo está dejando fuera de juego a los personajes que practican estas conductas y obligando a quienes las realizaban a reinventarse para convertirse en personas más humanas y consecuentes con sus actos.


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